1/8/10

Frialdad

Seduzco a una mujer con la herida del pecho, con la herida de la pierna. La atraigo con el dedo roto hacia la cama. Sería maravilloso que fuera de mármol y meterle el dedo en el agujero del oído. Sería maravilloso que a su frialdad no le impresionara mi mano. Que su delicadeza de mármol contagiase mi piel, y que luego, con una mirada de su ojo de cristal, se prendara de mí.

Pero al final no sufrimos, dormimos abrazados y desnudos con una herida.

Traducción de Luz Gómez García