4/12/10

Sin más

No poseemos muchas cosas. A veces, ponemos nombre a nuestros zapatos. Salimos temprano para encontrar sitio para nuestros viejos coches, a los que llamamos como a nuestras abuelas, los dejamos abiertos con la música de la radio bien alta y acampamos cerca. Nadie piensa en bajarla para que nos oigamos, no se nos ocurre tomarnos semejante molestia, aunque no tengamos nada mejor que hacer, igual que el chaval que se queda suspirando junta a la baranda y dice: «Este mar es mío, esta estrella es mía».

Muchas cosas no las poseemos y casi ni las nombramos. El mar está ante nosotros, es más grande de lo que nadie posee, y qué motivo hay para verlo si siempre está ahí. El tiempo no es nuestro, no es un pez que se pesca, lo mejor es fumar y arrojar lejos el humo, o que vaya libre como esta música que se oye en la Corniche o como esta gente que se encuentra sin más a nuestro alrededor, los homosexuales que van de la mano (pequeña parada), la velada y su amante (pequeña parada), la chica guapa y el tipo con el que regatea en el coche: los cardiacos y los deportistas. El resultado no es el deseo que se recuece en una lata sin abrir, sino la libertad que se disipa sin dejar una imagen, pues no se dice de balde: «Es mía», «Es mío».

Traducción de Luz Gómez García

24/11/10

Ocho poemas

La revista Turia acaba de publicar en su número 96 (noviembre 2010-febrero 2011, pp. 117-127), nuestra colaboración “Una lengua bastarda y una imagen gris. La poesía de Abbas Beydoun”, en la que presentamos la obra de Beydoun al público hispano y damos una muestra de su poesía.

19/9/10

La inspiración

Los poemas que le he arrancado al hastío a la vista está que me han costado. Que fue dura la batalla, que disputé cada palabra tumbado en la cama. Salieron a trancas y barrancas y hasta de la pluma con que los escribí me hube de ganar con paciencia la tinta clara. Si he de decirlo con imágenes, diría que al escarbar, surgieron con heridas en el rostro de las palabras, no llegaron fácilmente, vinieron llenos de rasguños y todos cubiertos de polvo.

Resumiendo, no llegaron por inspiración ni por ningún otro arte de magia. Fueron cosa, sin duda, de mis huesos anquilosados, mi oído duro al que le costaba captarlos, y mi dificultad para respirar que aumentaba según los perseguía.

Fueron cuatro poemas que me dejé bajo un montón en un hotel, y cuando sin saber cómo, los recuperé, vi que servían, que el destino los había señalado. Pero no siempre fue así, la estilográfica borboteó y me dejó en los dedos unas manchas oscuras que me recordaron la lucha en la cama, que los extraje uno a uno del hastío y la soledad, quizá de un desierto anímico, por la noche. Pero la tinta se fue al mero contacto con el agua, y lo único que significó aquello es que otra vez, quizá por mucho tiempo, había perdido la inspiración.

Traducción de Luz Gómez García

4/9/10

Un deseo insatisfecho

Las hojas que enrojecen con fuerza antes de caer y los anhelos que se inflaman sin cumplirse, nos los frotamos contra la piel mientras el frío del otoño respira por la tela de nuestras camisas. Vemos montones, pero no podemos tirar así como así nuestro placer en la calle, agobia la ceniza espesa del deseo insatisfecho.

Traducción de Luz Gómez García

1/8/10

Frialdad

Seduzco a una mujer con la herida del pecho, con la herida de la pierna. La atraigo con el dedo roto hacia la cama. Sería maravilloso que fuera de mármol y meterle el dedo en el agujero del oído. Sería maravilloso que a su frialdad no le impresionara mi mano. Que su delicadeza de mármol contagiase mi piel, y que luego, con una mirada de su ojo de cristal, se prendara de mí.

Pero al final no sufrimos, dormimos abrazados y desnudos con una herida.

Traducción de Luz Gómez García

18/7/10

Ruedas

El que alquila bicicletas dice que no desaparecerán porque las ruedas siguen proporcionando alegría. Lo aprendió de su padre muerto y de la primera bicicleta que tuvo, y señala que su fuerza sorda aumenta cuando dejan de funcionar. Quizá se vuelven dioses cuando muere del todo su metal. No hay duda de que algo oscuro se mueve en la agitada historia de las bicicletas.

El secreto está en la tienda, dice, y no por casualidad, no cabe tomárselo a la ligera. Creemos que las ruedas pueden seguir funcionando por sí solas después de echar el cierre, inspiradas por la gran bicicleta inmóvil. Su movimiento etéreo libera el aire estanco y prosigue en los corazones cansados. La existencia simple de los ángeles también es una rueda.

Las sonrisas y las miradas burlonas son también ruedas y se desplazan como discos etéreos hacia la sangre y los pulmones. Podemos entender que las palabras y los pensamientos se desplacen también como ruedas. ¿Qué pasaría si diéramos con la existencia simple de las hojas de hierba y del corazón humano?

El que alquila bicicletas dice que no desaparecerán. La mujer que hipoteca su cuerpo a un solo hombre se lo alquila a los demás con miradas vehementes. El hombre que carga su cabeza con pesados principios se la alquila a dulces traiciones. Hasta creemos que la existencia simple de la felicidad es también una rueda.

Traducción de Luz Gómez García

11/7/10

Plaza de Potsdam

El pavor es un ángel en la plaza de Potsdam
El destino es un reloj en la plaza de Potsdam
Los piratas del porvenir no llegan los primeros a Potsdam
El olvido nos rapta más rápido que cualquier barco robado al olvido
tras un largo luto, tras un bombardeo nuclear de la memoria
Llegamos sin bandera a Potsdam
Bajo la marquesina los fantasmas de hojalata de los viajeros
de los tiempos
el humo blanco de nuestros egos en el crematorio
la incandescencia de hojalata procedente de nuestra ausencia
la idea muerta que gobierna y medita en el cristal
Los perros del infierno no aúllan en Potsdam
Los héroes no nacen de sus madres en Potsdam
y el crimen carece de dientes en la plaza de Potsdam
El destino tendrá las alas cortadas en Potsdam
El porvenir no tendrá pecados ni dioses ni muertos en la plaza
de Potsdam
Sufrimos sin sentir en la plaza de Potsdam
Hablamos sin lengua en Potsdam
La felicidad es un vendedor en Potsdam
El odio carece de espinas en Potsdam
El amor es inocuo en Potsdam
Las cosas no dejan vestigios en Potsdam
Los perros del infierno no aúllan en Potsdam
Los héroes no nacen de sus madres en Potsdam
El pavor es un ángel en Potsdam

Traducción de Luz Gómez García

4/7/10

Una mancha de vino

Es una mancha que no se va. Cuanto más la limpio, más se nota y se extiende. Aquí los errores viven mucho y dejan grandes manchas. Desde luego, la peor manera de fabricar recuerdos es meter las manos en todo.

El vino, dice la asistenta, seguirá haciendo de las suyas si no se le presta atención. No basta con que te den miedo las manchas. Peor es intentar ocultarlas.

Quedarán tras de ti en este lugar en el que se te perdona todo pero no se lavan las manchas.

Quedarán después de ti y no sabes qué contarán de ti a los que vengan, igual que no sabes cuándo volcarás el vaso por descuido o tu vida se transformará en un gran error, cuándo permanecerá aquí para siempre como una mancha de vino en una habitación.

Quizá tampoco entiendas que has dejado manchas por todas partes, que tus pensamientos ensucian más que tu vino. Mancha tu pecho la herida que cada vez se extiende más por tu piel, y por más que te alejes, tu vida seguirá aquí, al descubierto y bajo sospecha.

Traducción de Luz Gómez García

26/6/10

Ostras

El mar no está aquí, pero de algún modo está en la sábana extendida sin una sola arruga. No necesita bramidos. Le bastaba para existir una bocanada de aire en la lisa cubierta, estaba preparado para vivir incluso a bordo de una cerilla. El mar no está aquí, pero el oscuro interior desprende campos de yodo, y el que un día abre una ostra se traga un espíritu y no lo olvida, ni la sal que a cada instante estuvo a punto de matar al espíritu.

Traducción de Luz Gómez García

20/6/10

Frentes despejadas

Salían de los refugios con sus trapos blancos y se fueron congregando en la carretera de la playa.

No se sabe quién dio la orden de que hombres y mujeres se separaran y de que los hombres marchasen en fila tras cinco tanques.

El grupo era compacto, ni siquiera faltaban los que nunca asomaban de los refugios, y que ahora incluso se ponían a la cabeza, donde los trapos flameaban al viento. Avanzaban y en sus frentes despejadas brillaba el mar. Tal vez eran las ventanas desde las que no se ve dos veces el vacío.

Traducción de Luz Gómez García

12/6/10

El muro de Vermeer

La pequeña grieta en el muro de Vermeer puede que sea lo que me duele ahora. Prestamos mucha atención a estas grietas. Pero me digo: Qué bobada. Es como si te codeas con un diablo al que no le has cortado las uñas. Como si ves una coma y dices que no se mudará en una exclamación dolorosa, o te crees que la cautela no ha de levantar muros y que tú, a fuerza de hablar con las que pasan, no te verás un día en la escalera.

La pequeña grieta que se esconde en el muro de Vermeer puede que sea una mentirosa. El dolor es una simple rúbrica, de la que sólo hablamos una vez concluida la historia.

Traducción de Luz Gómez García

5/6/10

La flor de la vida y el corazón negro de mi padre

Nos comimos vivos los secretos.
La flor de la vida
y el corazón negro de mi padre
me los comí los dos
y no sabían a nada.
Aunque mis manos
han repartido muchas mentiras,
no han dado fruto.
El pelo me sale sin semillas:
he echado un puñado de nombres
a los pájaros
y no han hecho ni caso.

Cosmoperiódico 2010, Córdoba, Ayuntamiento de Córdoba

Traducción de Luz Gómez García

30/5/10

El abrigo de Gógol

Vago con el abrigo de Gógol y no me canso de leer los puentes. Oigo al gélido fantasma de Europa correr a zancadas por el hielo. Es la áspera libertad y su frío de rigor. Así miras sintiéndote responsable los árboles fustigados ayer, en los zapatos los pies cada vez más pesados. Así piensas sintiéndote responsable en la basura que es marca del otoño. En el fango que es la historia de las nubes. No temas al fantasma que reclama tu abrigo. Suele estar congelado. Y tú deberías pensar que la muerte es un general alemán que ahora deposita su ojo azul en la mesa y se marcha cojeando. Es la áspera libertad.

Cosmoguía 2010, Córdoba, Ayuntamiento de Córdoba, 2010

Traducción de Luz Gómez García

22/5/10

El avión de Kiefer

No sabemos cómo el avión de Kiefer ha plegado las alas y ha llegado hasta aquí como un militar sin galones ni bigotes. Seguro que lo derribaron varias veces o fue blanco fácil de los cazas. Seguro que después de la guerra pidió limosna y varias veces se puso de cola o de cabeza para divertir a los niños. Hizo cosas arduas y tontas y le aplastaron la nariz, y se tumbó jadeante como un pelícano a la orilla de un lago o un burro sin albarda. Le ha crecido hierba en la chimenea y libros en las alas. ¿Sirvió también de cementerio o refugio? ¿No le habría valido más jubilarse al pie del muro de Berlín o permanecer en el bolsillo interior de la historia de Alemania?

Los generales cruzan bajo sus capotes los negros bosques lluviosos, las guerras están encerradas con sus lámparas de gas en los marcos, o las prensan los dientes de libros hoscos. Pero Beuys plantó cañones de piedra en las vías y se sentó a esperar que algo se metiera en el tubo compacto, que alguien bailara entre las piedras desnudas. Sólo gracias a las derrotas salvó su humanidad, y a un globo negro que se elevó del campo de batalla. Al final del incendio es posible escribir sin color, es posible que veamos escuetos clichés de ciudades que fueron pasto del fuego.

Kiefer construyó un muro enorme de libros y un avión viejo, y Beuys infló cañones y grandes troncos y los hizo volar por el cielo de Berlín.

Traducción de Luz Gómez García


16/5/10

Un billete

¿De qué me azoro ante la puerta de Brandeburgo? Pienso que debería tener un detalle con la Historia, que una herida en el pecho bastaría, pero no es cosa de enseñársela al conductor. De lo que debería avergonzarme es de haber subido al vagón y haberme sentado sintiéndome en falta, como si no tuviera billete. ¿Y si finjo que todo esto es incomprensible en mi lengua? ¿O me zafo del asunto palpándome el billete en el bolsillo y le entrego mi apuro al revisor?

Traducción de Luz Gómez García

8/5/10

Nunca he sido de los que sueñan con Al-Ándalus

En el siguiente artículo (en árabe), publicado en el diario As-Safir el pasado día 30, Abbas Beydoun hace un repaso de su reciente estancia en España para asistir al festival Cosmopoética (14-18 de abril) y dar una posterior lectura en Madrid. En él se asombra de lo mucho que le ha gustado Córdoba pese a no haber sentido nunca la menor atracción por el Al-Ándalus mítico; ironiza sobre la vejez saludable de algunos de sus colegas (Edoardo Sanguineti, Marcos Ana); charla con Jorge Gimeno y Fruela Fernández y vierte opiniones tan refrescantes como que la tradicional hospitalidad de los árabes la han heredado los españoles y la han perdido aquéllos.

1/5/10

«La vida está en otra parte»

Los cardiacos, en la Corniche Al-Manara, no vuelven mucho la cabeza, pasan deprisa con el abrigo abotonado hasta arriba, sin pararse con nadie. Es una señal de la herida borrada de sus pechos, de que el cuerpo que se la ha tragado no está tranquilo. Temer no temen que salga de sus vidas, es el secreto que aún yace en el centro, tal vez el sentido anodino de sus rondas vespertinas.

Los cardiacos que van de acá para allá por la Corniche no vuelven mucho la cabeza. Quieren que la gente aprecie el vigor de sus pies: alzan sus zapatillas deportivas y vencen a cada paso a sus corazones traicioneros y los pisotean. Llevan de acá para allá la herida que es signo de su victoria, llevan su vida y la vencen de acá para allá. Estiran la vejez y la enfermedad por segunda vez, conscientes de que la vida está «en otra parte». Tal vez esté beoda y sea impotente, tal vez sea una mazorca de maíz tostada o una palmera vieja. Van de acá para allá y la piedra que se agranda en la pierna cae de la pierna, y el destino al que dan un puntapié se cumple otro día.

Traducción de Luz Gómez García

28/4/10

Salutación y propósito

Hola, el propósito de este blog es —a semejanza del que ya venimos consagrando a la figura de Mahmud Darwix— divulgar la obra del poeta libanés Abbas Beydoun, nacido en Tiro, sur del Líbano, en 1945.

Iremos dando anticipos de los libros de Beydoun que vamos a publicar en España e Hispanoamérica. Y aprovecharemos las ventajas que ofrece este soporte para mostrar las relaciones de su poesía con las artes plásticas y visuales.